Cuando era un joven asmático en Asia, mis padres nos enviaban a mí y a mi hermano a un campo de supervivencia fundado hace dos siglos por el educador Kurt Hahn, quien creo que tenía una discapacidad. Se le cita diciéndole a un niño que pensaba que ciertos estándares estaban fuera de su alcance: “Tu discapacidad es tu oportunidad”.
Se necesita valor para hacer lo mejor con lo que uno tiene en un mundo donde los aprendizajes y los ascensos pueden guardarse celosamente para “sólo los miembros del club”; se necesita coraje para retener la visión de la posibilidad.
Ante la “discapacidad”, en un momento de incertidumbre mayor de lo habitual, comencé a correr de nuevo. Afortunadamente, conocía los beneficios de la actividad física (incluso la lenta) desde hace mucho tiempo. El fundador del campo de supervivencia explicó sus beneficios en términos del Lord Jim de Conrad: los jóvenes necesitan experimentar eventos que “revelen el valor interior del hombre; el borde de su temperamento; la fibra de sus cosas; la calidad de su resistencia; la verdad secreta de sus pretensiones, no sólo de sí mismo, sino también de los demás”.
Si, a pesar de lo que parece intentar constreñirnos, salimos a sudar, creo que estamos demostrando “de qué estamos hechos”. Si habíamos dudado de nosotros mismos, ahora podemos sumar una victoria más.
Sócrates dijo que no hay nada que perder y todo se puede ganar con la actividad física, incluida una mejor memoria, estado de ánimo y salud mental. Hay una parte divertida en Memorabilia de Jenofonte donde le preguntan si teme la distancia que hay que recorrer caminando hasta Olimpia. Él dice: “¿ Por qué le temes a la distancia? Cuando estás en casa, ¿no pasas la mayor parte del día paseando? En el camino hacia allí realizarás una caminata antes del almuerzo, otra antes de la cena y luego descansarás. ¿No sabes que si sumas los paseos que haces en cinco o seis días, podrás cubrir fácilmente la distancia de Atenas a Olimpia?
Aunque puede que no sea un atleta olímpico, estoy agradecido por la oportunidad de correr. Donde todas las puertas parecen cerradas, una permanece abierta. El que conduce al valor interior, que es nuestra capacidad de afrontar la situación, nuestra resiliencia. Se convierte en nuestro valor: la puerta que revela nuestra resiliencia como una medalla a la vista de todos. Un aforismo aconseja: “No es cómo te llaman, sino a qué respondes”.
¡El llamado de la naturaleza! Mucho más grande que una simple circunstancia. Y en esa caminata llevo mi equipo de hidratación Orange Mud, porque una de las reglas básicas de supervivencia es la importancia de evitar la deshidratación.
Publicación invitada de GG, de Serbia. Gracias Greta!